martes, 16 de noviembre de 2010

La traviesa vanidad

Hoy estaba leyendo Noticias 24 (perdóname Andrés Bello) cuando tropecé con un artículo que me llamó la atención por el título:


Este titular me hizo pensar: "Verga ¿será que hay gente tan cachilapa que va al dentista más pirata que se consigue por lo cara que se ha puesto la ortodoncia?" pero luego descubrí que la realidad es mucho peor que mi inocente ocurrencia (spoiler alert!).

Vamos a estar claros con algunas vainas:

  1. Muchas modas son absurdas y ridiculas (por eso son modas, sino serían mandamientos coño!).
  2. Algunas de estas modas atentan contra la salud del individuo, por ejemplo: una persona que se tatúa "Soy el terror de Carapita" con tinta china y una aguja que limpian con saliva va a a sufrir de infecciones hasta en las infecciones. Misma verga con los piercings.
  3. La persona que la lleva a veces sufre incomodidad por estar a la moda (pregúntenle a cualquier vieja güevona que no todavía no sabe andar en tacones).
  4. Son un símbolo de estatus social (no se que poner en este paréntesis pero es que quedaba muy cortica la frase).
Analizando el contenido del artículo, vemos que efectivamente la moda de los "brackets chimbos" califica perfectamente:

1. Es absurdo que una persona que no tiene nada en los dientes se ponga una vaina de esas con un odontólogo de verdad. Ah pero es que no se lo ponen con un odontólogo de verdad, peor todavía.

2. Atenta contra la salud del individuo en varias dimensiones:
  • a corto plazo el cabeza de culo (si, cabeza de culo porque lo que tiene es mierda adentro) que se hace este "tratamiento" se puede:
    1. Intoxicar con pega loca
    2. Se le puede despegar una vaina de esas de un diente y atragantarse estúpidamente .
    3. El instalador puede romperle unos cuantas muelas en el proceso de montaje.
    4. Puede llegar un motorizado, echar un gargajo y metérselo en la boca por tenerla abierta para que el otro le monte los fulanos aparatos.
  • A largo plazo es evidente que el daño a los dientes será bastante considerable, dependiendo claro está de lo concienzudo que sea el dentista callejero (en este caso es mejor que sea descuidado para que duren lo menos posible).
3. La persona sin duda sufre incomodidad porque ¡llevar aparatos en los dientes es la vaina más ladilla del mundo! la gente que los lleva pasa más trabajo que el coño y no se puede comer ni un micro chicle porque ya cagó todos los alambritos.

4. Ehhhhh, estatus social, supongo que por lo que cuestan unas vainas de esas.

Aquí en el punto 4 es donde hay que detenerse: podemos especular sobre el origen de esta moda y una posible conclusión es que se trata de la búsqueda de estatus, pero ¿por qué?

¿Será porque valen una boloña de real y el que tiene para pagarlos está forrado? es posible.
¿Será que se ven bonitos? si este es el caso, me van a perdonar pero tienen cáncer en el gusto.
¿Será que hace ver rudos a los chamos e inocentes a las chamas? cualquier vaina absurda.
¿Será que la idea es realmente escoñetarse los dientes para luego tener que ponerse unos de verdad y tirar pinta como es debido?
¿Será que... verga ya me fuí.

Ahora tengo una curiosidad del coño por ver como quedan unos bichos de estos callejeros. Me pregunto como sería la primera instalación que se hizo en Caracas, y con que carajo lo hacen, ¿sería que se volteó un camión con piezas de esas en algún barrio? ¿o es que los hacen con 10 clips, pega loca y un alicate?


Por cierto, si leen el artículo no se pierdan los comentarios de los lectores que son una vaina surrealista, en especial cuando empieza el predicador de la Astrología, el contenido es tan absurdo que sería un excelente guión de un corto de estos independientes. Cuidao con los dentistas callejeros!

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