domingo, 21 de marzo de 2010

Al viejo continente

Que interesante la experiencia de volar a Europa por primera vez, y aún más interesante saliendo de mi país natal, el territorio de lo posible, el pueblo sin ley: Venezuela.

No voy a entrar en todos los detalles familiares ni en toooodas las emociones que me embargaron en ese momento pues ese es un asunto muy personal y podría ladillar a mi amigo lector.

Para empezar antes de salir de mi casa para el aeropuerto me dí cuenta de que tenía diarrea,no sé si era por los nervios o por la liga de ron con arepa que me metí la noche previa, o por ambos motivos. Como quedaba poco tiempo para resolver mi dilema, y contra toda prescripción médica, me metí un par de pepas de Loperam y perro a cagar, arranqué confiado en no cagarme encima por algunas horas.

Luego de llegar al aeropuerto y como buen desconfiado que soy, envolví mis maletas en plástico. Temía por el peso de todas mis maletas, pues ya me habían indicado que SOLO PODÍA LLEVAR 23 KILOS EN CADA MALETA Y 8 KILOS EN EL EQUIPAJE DE MANO. Cuando pasé por la taquilla de la aerolínea las maletas pesaban más de 24 kilos y al equipaje de mano ni le pararon pelota; salí caballo blanco.

Después de almorzar ligeramente y despedirme entré en inmigración. En inmigración venezolana todo el mundo tiene cara de perdonavidas, no hay ningún rostro reconfortante, una sonrisa simpática, NADA; en esta parte del trayecto tuve una suerte increíble y no me jodieron mucho la paciencia, incluso estuve saludando hacia afuera en todo momento y no le pararon bola a mi mala conducta.

A llegar a la puerta en la que me tocaba abordar, con una hora de colchón, veo mi nombre escrito en una pizarra. Coño... que vaina será esta. Hablo con una caraja de la aerolínea, muy atenta por cierto, que me aclara que los que aparecen en esa lista tienen un chequeo de equipaje con la guardia nacional. Me cago en el pajúo que se enamoró de mi maleta.

Bajo con un grupo de gente con la misma suerte que yo al sitio más caliente del universo. La revisión de las maletas la hacen justo debajo de las puertas de abordaje donde fácilmente la temperatura es de 35 grados centígrados. Me toca revisión con un guardia más flaco que yo y con cara de pajúo que le quita el plástico a mi maleta y me pide que abra el candado. Obedezco la orden y en lo que osa poner sus manos en mis preciados objetos personales le indico:
"EEEEPA, esos son mis peroles, así que yo los saco"

Evidentemente no le gustó la vaina, y menos delante de sus superiores y todo el resto de los pasajeros que siguieron el ejemplo que Caracas dió. Después de unos 15 minutos en esa pendejada me dejaron tranquilo. Mientras esperaba a los demás pasajeros pasaron unos 20 minutos más en los que me empapé de sudor y me cagué en todos los guardias nacionales juntos y me sobró mierda pa´ llenarle los sombreritos.

De vuelta en la puerta de abordaje, sólo quedaban por entrar tres misioneros más negros que dos heladeros juntos y la gente que venía conmigo, el avión terminó saliendo tarde por nuestro retraso. Me sigo cagando sin cesar en mis amigos de verde.
Nunca antes había estado en un avión, mi primera impresión me la dió un sobrepargo alemán que me dió las buenas tarde y me llevó hasta mi asiento. Como entré entre los últimos pasajeros, tenía dos opciones para guardar mi equipaje de mano:

1. Guardarla en algún compartimiento lejos de mi asiento pues todos los que tenía cerca estaban llenos a reventar.
2. Metérmela en el culo.
Cómo no quise dar la impresión equivocada al amigo sobrepargo, preferí la opción número 1. Luego de cerrar el compartimiento con mi equipaje fuí a sentarme en mi lugar; mi vecina era una señora de lo más simpática que sabía perfectamente cuando conversar y cuando quedarse callada. El avión despegó una hora más tarde de lo previsto porque aparentemente otros aviones abusadores se le estaban coleando en la pista de Maiquetía.

Cuando estaba en el aire me dí cuenta de que es terriblemente ladilla viajar en avión cuando no se tiene sueño. Intenté ver una película pero el ruido continuo me perturbaba así que cambié a la lectura con un ambiente musical bastante decente que ofrecía la aerolínea. Me dieron dos comidas durante el vuelo, ambas una gran cagada; no hablaré del café que me sirvieron porque creo que era agua sucia.

Así transcurrieron unas 8 horas hasta llegar a Frankfurt. En el aeropuerto de Frankfurt me recibieron igual que en inmigración venezolana: pase todas sus vergas por el detector, quítese los zapatos y venga por aquí, la diferencia era que todo era dicho así como: Frunkan kurken gorden bach... no sé como carajo hice exactamente lo que tenía que hacer; incluso puse caras de "no entendí un coño" y los policías en vez de explicarse mejor se cagaron de la risa.

Superado este proceso, entré con mi pasaporte europeo como Pedro por su casa, ni sellan esa verga. El vuelo en escala fue bastante ladilla supongo que por el cansancio que llevaba encima. El único detalle que resaltar fue que cuando el avión aterrizó en Madrid le deben haber cedido la última pista porque dió más vueltas que mamón en boca de vieja; como 15 minutos después de aterrizar fue que el muérgano llegó al terminal.

El aeropuerto de Barajas me dejó con la jeta abierta, es una vaina gigantescamente enorme con señales por todos lados para no perderse. Cojonudo que se puede salir de ahí en metro, a pesar de andar con la mierdera de maletas. Mi primera impresión de la ciudad de Madrid en la próxima entrega.

Conclusiones:

1. Un viaje largo en avión, con escala y sin compañía no se puede hacer sin un reproductor de música o una caja de Excedrin.
2. No tuve la oportunidad de quebrarle la loza al avión porque el Loperam hizo su trabajo, pero el baño me parece poco apto para recibir mierda, para el pipí está bien.

3. A las aeromozas no las contratan por estar buenas. Las que había en este vuelo eran alemanas todas pero no eran catiras espectaculares, eran un poco de viejas medio chenchas (solo había una que era jóven y esa sí estaba como para meterle el güevo con todo y blue jean).

4. Soy demasiado sexy en cualquier parte del mundo.

Espero hayan disfrutado esta primera entrega, pronto mis primeras impresiones de Madrid con fotos y todo.